13/1/14

La Idea del Lunes / 13 de enero de 2014


ORDENAR UNA BIBLIOTECA CANSA

                                                                               por Reynaldo García Blanco

Hay un poema del italiano Cesare Pavese que suelo leer de vez en vez titulado Trabajar cansa. Hoy me gustaría glosar y decir: Ordenar una biblioteca personal cansa. El pasado fin de semana me pasé unas horas para adentrarme en ese maremoto que es mi biblioteca personal. En ese caos ordenado, como me gusta llamarlo, hay de todo. Libros que me han acompañado desde mi adolescencia, libros que he comprado a precios prohibitivos o irrisorios, libros que me han enviado allende los mares. Nada. Libros que tiempo y bondad no han permitido borrar de mi memoria.
Los científicos han determinado más de una treintena de  “bichitos” que son capaces de devorar un libro en cuestión de nada. Tal vez esa noticia sea una sorpresa para usted que solamente  conoce a la clásica polilla.
Otros enemigos del libro lo son el polvo y la humedad. Los más avezados en esto de la curaduría de las catedrales de papel recomiendan hojearlo de cuando en cuando aunque no sea para leerlos. Resulta que necesitan aire para respirar y que el viento de la mañana o de las tardes de verano los alcance y por un instante recuerden que son libros y que necesitan del cálido contacto humano.
En otras ocasiones he hablado del olor de los libros. De niño me gustaba en las bibliotecas y librerías de lance. Allí el olor sigue siendo una rara mezcla de misterio y admiración donde también se une el fatigoso polvo de los libros con el perfume de las biblotecarias o los clientes.
En mi biblioteca tengo un aparte para esos libros que con los años me han dedicado de puño y letra, algo que resulta una verdadera joya en el campo de lo afectivo. Guardo con mucho amor casi todos los libros publicados por el caro amigo Ronel Gonzáles Sánches o Lina Caffarello, que con puntualidad inglesa me hacen llegar cuando publican algo. Guardo con sumo celo un poemario de la ya desaparecida escritora para niños Exilia Saldaña. Desde el extremo derecho de uno de los estantes me observa una antología de Ernesto Cardenal firmado con prisa y desgano. Este sagrado lugar de mi biblioteca también tiene libros de mis compañeros de generación: Sonia Díaz Corrales, León Estrada, Teresa Melo, Carlos Alfonso, Alberto Rodríguez Tosca, los inefables Caridad Atencio Mendoza y Rito Ramón Aroche. Otros, muchos otros que en candorosas y sinceras dedicatorias han dejado señales de afecto y razón.
Tomar un fin de semana para ordenar una biblioteca personal es un ejercicio espiritual, físico y psicológico que se une a la gracia de darle a los libros un acto de vida.
Yo te invito a que descubras ese libro que una vez te regalaron en febrero, ese libro que un día de angustia te dio algo parecido a la felicidad o simplemente poner en orden esa catedral de palabras que hace posible afirmar que los libros forman parte del estado natural del hombre. Eso sí. Sin olvidar que ordenar una biblioteca cansa.

- La Idea
del Lunes/13 de enero de 2014 - Santiago de Cuba, Cuba
 
- E-mail: regabla@cultstgo.cult.cu  

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